martes, 15 de diciembre de 2015

Violencia armada a finales del Neolítico

FRANCIA
La excavación del foso 157 demuestra que el Neolítico no fue un período tan pacífico e idílico como se creía
 
 
Un acertijo arqueológico. Durante el verano de 2012, un equipo de investigadores de la empresa ANTEA-Archéologie realizó unas excavaciones en la comuna de Bergheim, al suroeste de Estrasburgo, en Francia. De los sesenta fosos circulares excavados, de finales del período neolítico, catorce contenían huesos humanos. Estos fosos circulares, que se reparten por todo el centro y oeste de Europa, han sido interpretados como silos para guardar el grano que podían ser reutilizados para enterrar a los muertos. Los fosos circulares excavados en Bergheim son similares a otros depósitos europeos de la misma época. Todos menos uno. "El foso 157 es absolutamente excepcional por su contenido", explican los investigadores en un estudio publicado recientemente en Antiquity.
Al excavar el foso 157, de unos 6.000 años de antigüedad, los arqueólogos se han enfrentado a un complejo rompecabezas. De 2 metros de profundidad y 1,5 metros de diámetro en la superficie, contenía sobre todo restos humanos, pero también otras cosas que no se consideran decisivas: un ornamento hecho con la concha de un molusco, una punta de flecha, el fragmento de una mandíbula de cerdo y los esqueletos de dos liebres. Un estudio minucioso de estratigrafía y tafonomía ha permitido reconstruir la cronología de los diferentes depósitos que contenía el foso y ha revelado "prácticas complejas", según los investigadores.
El depósito más profundo estaba formado por diferentes huesos del miembro superior izquierdo que habían sido amputados de forma violenta: siete húmeros, siete radios, siete cúbitos y los carpos, metacarpos y falanges de, al menos, cinco manos, entre otros. Los huesos fueron depositados en el foso circular a poco de ser amputados con instrumentos cortantes. Con las manos se ensañaron especialmente, pues los huesos se encontraban completamente desperdigados por el interior del foso, como si se hubieran empeñado en desarticularlos antes de lanzarlos dentro. Los restos pertenecían a seis adultos y a un niño o adolescente de entre 12 y 16 años de edad.

El segundo depósito corresponde a los despojos de siete individuos, además de un fragmento del cráneo de otro individuo, que fueron colocados encima de los diferentes huesos del miembro superior izquierdo. Estos despojos pertenecían a tres adultos, dos hombres y una mujer, y a cuatro niños. El fragmento craneal pertenecía a otro niño, probablemente de menos de un año de edad. Los indicios demuestran que fueron asesinados, probablemente durante un asalto o un encuentro violento.

En total catorce individuos. Y para rematar todo este montón de huesos se depositó encima el cuerpo de una mujer adulta, también de forma desordenada. ¿Qué significa todo esto?

Primero de todo queda claro que el Neolítico no fue un período tan pacífico e idílico como se creía. "El foso 157 ofrece una clara evidencia de lo que probablemente fue un acto de violencia entre grupos armados, es decir, un acto de 'guerra', aunque la verdadera naturaleza de estas prácticas resulta difícil de comprender", admiten los investigadores. "No es fácil interpretar este caso, pues no tenemos conocimiento de otro ejemplo de amputación de miembros a finales del Neolítico", agregan. Los autores del estudio consideran que estos indicios de violencia extrema en los fosos circulares "no deberían de ser rechazados como anómalos", sino que "forman parte de un fenómeno más amplio" que aún tiene que ser investigado.

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