sábado, 24 de octubre de 2015

Concertar para crecer


REDISTRIBUCIÓN DE TODA LA RIQUEZA

 

 

Un tema muy recurrente en política, sobre todo, en períodos electorales, es el de la redistribución de la riqueza, el mismo es tocado por los candidatos a la Presidencia y al Congreso de la República; dándosele un sesgo marcadamente ideológico que el de justicia social, más por demagogia e instrumento de exacerbación que de propuesta coherente y sin basamento en un estudio serio. 

Veamos cuáles son las formas de riqueza existente en nuestro Perú, tenemos una inconmensurable riqueza en toda nuestra naturaleza: ictiológica en el mar; agraria para el mercado nacional y mundial e inmensas tierras sedientas de recurso hídrico; el agua que millones de metros cúbicos se pierden en el océano esperando la edificación profusa de represas macros y micros.  

También la minera, petrolera y gasífera encerradas en las entrañas de nuestro subsuelo anhelando la inversión pública y privada, interna y externa, la avanzada tecnología, la apropiada administración, la adecuada legislación con seguridad jurídica para la población, el trabajador, el capitalista, el país en cuanto a medio ambiente y obligaciones tributarias, y realizada con responsabilidad social. 

En honor a la verdad, la más grande riqueza está en nuestros niños y niñas que esperan una verdadera y efectiva estimulación temprana; nuestros adolescentes urgidos de una verdadera educación humanista, científica, democrática y cívica; nuestros jóvenes merecedores de oportunidades; nuestros adultos cuyos esfuerzos deben ser premiados material y moralmente; nuestros ancianos a quienes debemos venerar. 

Qué sucede, por defectuosas políticas, la riqueza se concentra en pocas manos, en los niveles privado y público; en lo primero, cuando unos pocos se llevan la mayor parte, mientras los trabajadores tienen bajas remuneraciones y pocos derechos; lo segundo, cuando algunos municipios y regiones, no gastan el canon por falta de capacidad de gestión; existiendo circunscripciones con proyectos y sin recursos. 

Además, por un lado, se da el caso de zonas con ingente riqueza, que no se quiere explotar; y por otro lado, territorios carentes de recursos naturales, deseando lo que otros tienen y no lo aprovechan; como también, de áreas en las cuales los recursos son explotados -sin ningún cuidado del ser humano, de la ecología, incluso, contra el Estado- no sólo informalmente, sino, hasta ilegalmente, por ende, delictivamente. 

Viva la redistribución de la riqueza, pero de toda la riqueza, la privada y la pública; en consecuencia, no impidamos la creación de más riqueza, para darla a los que no la tienen y para guardarla para los que vienen detrás de nosotros que son las próximas generaciones. No seamos egoístas ni falsos profetas, ni politiqueros. Pues, el diálogo y la concertación es otra riqueza; en cambio, la intransigencia e indiferencia es la otra pobreza.