REDISTRIBUCIÓN DE TODA LA RIQUEZA
Un tema muy
recurrente en política, sobre todo, en períodos electorales, es el de la
redistribución de la riqueza, el mismo es tocado por los candidatos a la Presidencia y al Congreso
de la República ;
dándosele un sesgo marcadamente ideológico que el de justicia social, más por
demagogia e instrumento de exacerbación que de propuesta coherente y sin
basamento en un estudio serio.
Veamos cuáles
son las formas de riqueza existente en nuestro Perú, tenemos una
inconmensurable riqueza en toda nuestra naturaleza: ictiológica en el mar;
agraria para el mercado nacional y mundial e inmensas tierras sedientas de
recurso hídrico; el agua que millones de metros cúbicos se pierden en el océano
esperando la edificación profusa de represas macros y micros.
También la
minera, petrolera y gasífera encerradas en las entrañas de nuestro subsuelo
anhelando la inversión pública y privada, interna y externa, la avanzada
tecnología, la apropiada administración, la adecuada legislación con seguridad
jurídica para la población, el trabajador, el capitalista, el país en cuanto a
medio ambiente y obligaciones tributarias, y realizada con responsabilidad
social.
En honor a la
verdad, la más grande riqueza está en nuestros niños y niñas que esperan una
verdadera y efectiva estimulación temprana; nuestros adolescentes urgidos de
una verdadera educación humanista, científica, democrática y cívica; nuestros
jóvenes merecedores de oportunidades; nuestros adultos cuyos esfuerzos deben
ser premiados material y moralmente; nuestros ancianos a quienes debemos
venerar.
Qué sucede,
por defectuosas políticas, la riqueza se concentra en pocas manos, en los
niveles privado y público; en lo primero, cuando unos pocos se llevan la mayor
parte, mientras los trabajadores tienen bajas remuneraciones y pocos derechos;
lo segundo, cuando algunos municipios y regiones, no gastan el canon por falta
de capacidad de gestión; existiendo circunscripciones con proyectos y sin
recursos.
Además, por
un lado, se da el caso de zonas con ingente riqueza, que no se quiere explotar;
y por otro lado, territorios carentes de recursos naturales, deseando lo que
otros tienen y no lo aprovechan; como también, de áreas en las cuales los
recursos son explotados -sin ningún cuidado del ser humano, de la ecología,
incluso, contra el Estado- no sólo informalmente, sino, hasta ilegalmente, por
ende, delictivamente.
Viva la
redistribución de la riqueza, pero de toda la riqueza, la privada y la pública;
en consecuencia, no impidamos la creación de más riqueza, para darla a los que
no la tienen y para guardarla para los que vienen detrás de nosotros que son
las próximas generaciones. No seamos egoístas ni falsos profetas, ni
politiqueros. Pues, el diálogo y la concertación es otra riqueza; en cambio, la
intransigencia e indiferencia es la otra pobreza.