sábado, 29 de agosto de 2015

En la lucha

Inicialmente, Victor Raúl estaba sólo interesado en la educación del pueblo, y no quería hacer política, aún cuando era sobrino carnal del Vice-Presidente de Leguía, Agustín Haya. A este mismo tío le dijo una vez, antes de que su partido asumiera el Poder, "Está bien que caiga el civilismo, pero no creo mucho en los que vengan a suplantarlo." Sin embargo, cuando la fábrica de tejidos "El Inca" se declara en huelga, entusiasmado por las reivindicaciones obreras en el mundo, Victor Raúl se vuelve un ferviente defensor de la causa obrera en el Perú, sobre todo de la jornada de ocho horas, la cual contribuye a lograr como miembro de la Federación de Estudiantes del Perú, involucrando a los estudiantes con los obreros y haciendo de representante de esta unión ante el gobierno de Leguía. Luego vendría la lucha por las reformas universitarias, que también logró, la exitosa Organización de las Universidades Populares González Prada, donde un grupo de universitarios daban instrucción nocturna gratuita a cientos de obreros, que llegaron a ser miles de fieles seguidores, y finalmente las huelgas y la lucha contra la utilización de la religión para legitimar el régimen totalitario, que pretendía consagrar la dictadura al Sagrado Corazón de Jesús. Todo lo que defendió, lo logró; sin perder su idealismo. Varias veces intentó Leguía ofrecerle trabajo y dinero por quedarse callado, y al no aceptar terminó ofreciéndole una pequeña fortuna, quince mil dólares de la época, más una pensión de cien libras mensuales si se iba del país voluntariamente. Pero su conciencia era incomprable. Esto le costó la prisión y el temprano destierro. Era el comienzo de una vida de lucha incansable