
Se ha movido tanto
el flan de la escena política en el Perú, y de manera tan frenética en los
últimos años, que ser aprista puede ser igual, o casi igual, a ser pepecista.
Ambas partes han
tomado la firma de la unión con suma naturalidad, y están orgullosas de haber
eliminado las diferencias, incluyendo el sacrificio de la identidad
institucional, el programa, sus vertientes doctrinales, etc., en el camino
hacia una integración entre viejos partidos para gobernar el 2016. Ninguno se
incomoda con esta confusión. Los generales abrazan a sus antiguos enemigos, y
las bases militantes han pasado a pintarse la cara con el tono de las pugnas
electorales vecinas, y en este trance bélico, han dado la bienvenida efusiva a
las legiones provenientes de la alianza que combatirán a su lado.
Esto que quiere
decir, ¿que el Apra ya no es de izquierda, o que el PPC ya no es de derecha, o
que los dos se han acercado hacia un punto ideológico, donde es la ideología
precisamente lo que menos importa?
Lo último puede
ser incluso más peligroso que lo primero, porque es cederle el paso al proyecto
de obras en perjuicio del programa político. Si gobernar es ejecutar obras, y
no establecer las bases de un modelo de sociedad, entonces el poder por sí
mismo deja de ser atractivo, desde la perspectiva revolucionaria de Haya de la
Torre. La meta no es llegar al gobierno para empujar la industria y la
infraestructura, por más necesarias que sean. El principal cometido del Apra,
es afianzar el Estado antimperialista, la garantía del pan con libertad. Que no
es un simple lema, es el centro de
toda su actividad política revolucionaria. O debe serlo, cuanto menos.
El PPC apunta al
desarrollismo nacional, sin más ambiciones. ¿Pero nosotros a que apuntamos? ¿A
lo mismo?
Y aquí se abre la
gran cuestión, pero que nunca como ahora tiene que estar en una especie de
debate crucial, sobre la vigencia ideológica del aprismo. ¿Las tesis que
postulara el fundador del partido, el siglo pasado, siguen todavía en pie? Es
una pregunta que cada aprista consciente que ofrece su capacidad de lucha y su
esperanza a la organización, tendrá que contestar, y no basta con un sí o un
no.
¿O las propuestas
“aurorales” son para interpretar según sea el contexto? Es este relativismo
dúctil el que embarcaría al partido en una travesía errónea.
La alianza con el
PPC de todos modos, indica que alguno de los dos, se ha desencaminado. En un
momento tendremos que pararnos a revisar quienes somos, y que es lo que
queremos hacer con el Apra, hundirla en el desconcierto ideológico, o
evolucionar preservando su memoria.
Carlos Rodríguez E.
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