lunes, 29 de febrero de 2016

Momias que hablan y nos señalan el camino


 

 
Mi amigo el Arqueólogo Doctor Manuel Huanqui Hurtado, además Abogado especializado en Patrimonio Cultural y Periodista, es autor del libro “Hablan mil momias después de mil años” (Primera Edición 2009, Centro de Ediciones UNSA – Universidad Nacional de San Agustín). En dicho texto, los Editores hacen una trágica revelación “Existe un elevado porcentaje de la población de nuestro país, que no acceden voluntariamente a la lectura, y lo inadmisible es que no están ubicados en el tiempo y en el espacio que les compete” (pág. 11), luego dicen “La historia considerada como una narración de hechos que ocurrieron en  nuestra América, está plagada de falsas y antojadizas interpretaciones” (pág. 11); y debido a los descubrimientos del pasado de nuestros pueblos por la Arqueología, nos dicen “al Perú se lo ha ungido, como el epicentro de la cultura universal” (pág. 11). Acto seguido  esbozan la tesis del libro “la falta de comunicación” entre los hispanos conquistadores e invasores, y los aborígenes quiénes se comunicaban e informaban mediante “el ícono, concebido magistralmente por nuestras etnias, que ostentaban singular sinergia de color, línea, proporción, disposición, y burdamente fue suplantado por la palabra, con vocales y consonantes, trauma que aún soportamos con las consecuencias ya conocidas” (pág. 12). Finalmente, dejan traslucir el propósito del libro “que interpretando nuestro pasado con rigurosidad científica, sea para rescatar nuestra identidad y cosmovisión, tan venida a menos en nuestros tiempos” (pág. 12). A, lo que el autor dice: “las dos versiones de la historia de nuestra América de los últimos quinientos años, una: la versión tradicional, la paternalista, la digitada por los historiadores occidentalistas, y la otra, la que recién está siendo rescatada de pukaras, cementerios y apachetas precolombinas, donde los muertos reposaban en estos ambientes sagrados y que con increíble celo y hermetismo guardaron por siglos el secreto de sus vidas, y consecuentemente su verdadera historia” (pág. 17).

Antecedentes de la Prehistoria de Arequipa.-

Estos “se remontan a más de 10,000 años de antigüedad” (pág. 43), también nos da cuenta “ya se tienen codificados, todos los símbolos, signos, íconos, grafías, trazos, figuras, de todas las culturas conocidas y que por su disposición, orientación, y proporción definen el mensaje, algunos de estos aún no descifrados, porque esa comunicación gráfica, sumado al equilibrio cromático que ostenta, encierra todo el mensaje de su cosmovisión, que es más contundente y preciso, del que actualmente nos valemos para comunicarnos” (pág. 44). Por tal motivo “el mundo moderno del siglo XXI está retornando a esta forma de comunicación, o sea a la simbólica, iconográfica, plena de color, etc., que tiene una mejor cobertura y mayor contundencia” (pág. 45).

Extinción ¿por destrucción ecológica o por destrucción bélica?

Nuestro citado Arqueólogo nos revela que los grupos étnicos no se han extinguido por acciones de guerra, como algunos estudiosos han explicado, sino por los cambios climatológicos –estamos viviendo el efecto invernadero- “también por la incontrolable depredación y caza desmedida de algunos especimenes, incluido el hombre y por las grandes epidemias o pestes, que desde hace siglos azotaron a la humanidad” (pág. 46); recordemos la aparición de la gripe Nh1, ahora la enfermedad del zika. Otra afirmación motivo de orgullo es que, teniendo en consideración a la Cultura Caral, la ciudad más antigua de América (2600 – 2000 años A.C.), con más de 5000 años de historia, nos hace concluir que la Cultura Andina “no nació con la guerra”, sino a las adecuadas condiciones ecológicas, la que definió su migración o permanencia “porque cuando se rompían los equilibrios ecológicos donde vivía un asentamiento humano, había que migrar a otro que le brinde los recursos necesarios, es por ello que en el Perú hay mas de 70,000 sitios con trascendencia arqueológica” (pág. 47). De ahí que “el arqueólogo es el notario del pasado” (pág. 51); siendo “el Perú país rico en evidencias materiales (restos arqueológicos), pero, poco estudiado” (pág. 63).

Dieta, utensilios y salud.-

Al estudiar las mil tumbas y analizar “las piezas dentales, que en su configuración guardan las distancias concebidas por el reloj biológico y están dispuestas debidamente, como consecuencia de su dieta equilibrada, que les prodigaron en proporción dosificada y sincronizada en las diferentes etapas de la vida de la persona, en especial la niñez, que demuestra un desarrollo normal. Lo manifestado está plenamente comprobado con radiografías, además se constata ínfima incidencia de caries dental, resultado de la calidad de alimentos que se servían, con alto porcentaje vitamínico” (págs. 81 y 82). Ello nos lleva a deducir que, en la Cultura Andina, no hubo hambruna, desnutrición infantil, tampoco comida chatarra; la población gozaba de buena salud, por su buena alimentación, en consecuencia debemos nacionalizar la alimentación y hacerla a base de productos andinos (papa, quinua, kiwicha, maca, carne de alpaca, maíz, olluco, tarwi, y otros). El estudio de los tazones, ollas y recipientes de chicha, encontrados e investigados, concluyen lo siguiente: estaban hecho de un material que no producía enfermedades gastrointestinales, tenían un volumen requerido para el adecuado consumo de calorías y de un grosor que conservaba el calor de los alimentos. “La uniformidad del volumen de las ollas, …, muy sutilmente nos sugiere, que la unidad familiar en el mundo antiguo de Arequipa, era de cinco miembros, esto era el reflejo de la capacidad de que contenía y que era cinco tazones” (pág. 90). En Arequipa existe un restaurant de mi amigo Walter Bustamante, donde prepara  comidas con la técnica de cocinado y utensilios, de hace 10,000 años; por ser de Mollendo me sirvió un cebiche sin cebolla ni limón (productos foráneos) en su lugar estaba el maracuya y el cochayuyo (frutos autóctonos).

Planificación demográfica agrícola.-

“El aumento poblacional estaba en proporción directa a la habilitación de nuevos horizontes de la frontera agrícola” (pág. 95); donde la Población Económicamente Activa – PEA, estaba plenamente ocupada, no había subempleo ni desempleo, dedicándose a la agricultura, de ahí el culto a la Pacha Mama. “Lograron codificar los ciclos, épocas, temporadas de aguas abundantes, tenían simbolizada esta periodicidad de la riqueza hídrica y codificados los factores que determinaban el advenimiento de sequías y estaban preparados para encararlos” (pág. 96). El  Estado Andino, fue planificador, eficiente y creativo; conoció y dominó su realidad; no importaron doctrinas, modelos, planes, ni programas del extranjero. Los crearon conforme a su espacio-tiempo-histórico.

Por una Indoamérica democrática, moderna, y justa.-

Redescubramos nuestro pasado, revaloremos nuestra Cultura Andina –sin fundamentalismos ni prejuicios-, aprovechemos los avances de la ciencia y tecnología, como los principios políticos y económicos de libertad y solidaridad; redescubramos nuestra peculiar realidad, enfrentemos el futuro creativamente. Y hagamos práctica la moral incaica: AMA SUA = NO SEAS LADRÓN; AMA LLULLA = NO SEAS MENTIROSO; Y AMA QUELLA = NO SEAS OCIOSO.
 
Beto Lajo

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