lunes, 29 de febrero de 2016

Manuel Arévalo presente - Luis Alva Castro


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El 15 de febrero recordamos un año más de la injusta muerte del líder aprista Manuel Arévalo, líder obrero trujillano y fundador del Partido Aprista Peruano en la Libertad. Manuel Jesús Arévalo Cáceres nació en Santiago de Cao el 15 de octubre de 1903. Fue dirigente sindical desde muy joven. Trabajó como mecánico en las haciendas Roma y Casa Grande. Se educó en forma autodidacta, apoyado por el filósofo y maestro Antenor Orrego, llegando a ser un elocuente periodista sindical y formidable orador.
Arévalo estuvo entre los fundadores del PAP en La Libertad. Por sus méritos fue incluido en la lista de candidatos apristas al Congreso Constituyente de 1931. Fue elegido con 28 años de edad como representante de su departamento. Fue integrante de la formidable Célula Parlamentaria Aprista de 1931, al lado de Manuel Seoane, Luis Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox y Alcides Spelucin.
El gobierno de Sánchez Cerro amparándose en la famosa Ley de Emergencia (Ley 7479), lo detuvo en Trujillo  el 13 de febrero de 1932, siendo deportado a Colombia. Posteriormente, “estando desterrado en el Ecuador, en los primeros meses de 1933, recibió la orden de ingresar clandestinamente al Perú junto con Pedro Muñiz. Cumplió con su deber sin titubeos en momentos en que la represión contra los apristas era brutal.” El historiador Percy Murillo señala que “sus excelentes cualidades de organizador le permitieron edificar la maquinaria de resistencia clandestina en la Región del Norte, al reiniciarse la persecución en 1934.”
Luego de ser capturado fue salvajemente torturado para que delatara a los integrantes de la organización clandestina del APRA en el Norte, nunca pudieron hacerlo hablar. Fue asesinado a traición, cuando era llevado a Lima por la policía,  el 15 de febrero de 1937 en el lugar denominado “Colorado Chico”, entre Huarmey y Pativilca. La dictadura de Benavides justificó el asesinato diciendo que había querido fugarse.
 Manuel Arévalo era uno de los principales dirigentes del Partido Aprista Peruano al momento de su muerte. El acuñó las cuatro palabras claves del aprismo: FE, UNION, DISCIPLINA Y ACCION.
 Víctor Raúl Haya de la Torre en un reportaje a la revista “Bohemia” de Cuba en 1956 recordaba como en sueños se le había presentado Arévalo en plena clandestinidad. Haya contó:
Aquel 21 de Febrero, al atardecer, hubo reyertas en las calles de Lima. La policía y la tropa perseguían a los apristas. (...)   Como cada noche, dos personas que me acompañaban, y yo, permanecimos despiertos hasta después de las tres de la mañana. Era siempre en las primeras horas de la mañana cuando la policía se presentaba en las casas de los apristas…Pasada la hora del peligro, nos acostábamos. Entre el sueño y la vigilia, yo empecé a rememorar nuestras pugnas., a pensar en nuestras dificultades casi insuperables… ¿Soñaba? No lo sé. En sueños o en realidad, de súbito salí de mi cama y fui hasta la ventana. A través de un pequeño círculo transparente de cristal biselado solía yo observar el exterior en las horas de hastío o de zozobra. Aquella madrugada vi afuera perfectamente definida, la figura maltrecha del pobre Manuel Arévalo. Tenía los zapatos enlodados, la corbata en desorden, el traje azul oscuro con la traza de quien ha sido duramente maltratado. Fui sin vacilar a la puerta y la abrí. Allí estaba la efigie atormentada de Arévalo, que me sonreía mansamente, con esa sonrisa inefable de quien ya conoció lo peor… “¡Te mataron, Manuel! –le dije- ¿Cómo es la muerte? ¿Sufriste mucho?”. El me miraba siempre con sus ojos tristes de mártir. Con su sonrisa melancólica y serena me respondió: “No hablemos de eso. Ya pasó… ¡Ya pasó! Vengo a hablarte de ti, que estas vivo, y a decirte que no te pasará nada, nada. Puedes estar seguro” Me abrazó, como tantas veces me había abrazado, y partió. Yo volví a mi lecho.”
Ese 22 de febrero en la mañana los compañeros le insistían al Jefe del Aprismo para que abandonara el escondite. Haya de la Torre recordaba:
Tranquilo, como lo estoy ahora, me negué. Expliqué a mis amigos el diálogo con Manuel Arévalo. “Es -dijo uno de ellos- un sueño, una pesadilla, vámonos de aquí, jefe”. “Es –repliqué yo- una aparición, una revelación…” Me quedé en la casa. La hermana del dueño y mis dos acompañantes hablaban entre ellos. Sorprendí a uno de los tres, no recuerdo cual, haciendo ademán de barrenarse el cráneo con el índice. Todos pensaban que mi razón se extraviaba. Yo me sentía más cuerdo y más dueño de mí que nunca. Pero, ¿adónde ir en pleno día con las tropas del Gobierno en las calles? Permanecí en mi guarida, lleno de confianza en el mensaje ultraterreno de Manuel. Y a las diez de aquella noche alguien vino a buscarme y me condujo a un lugar seguro… Después he estado en peligro de detención y de muerte infinitas veces. El anuncio de Arévalo, hasta ahora, se ha cumplido…”
Por su parte, Antenor Orrego escribió lo siguiente al inicio de su obra fundamental Pueblo-Continente:
“OFRENDA
Se gestaron y nacieron estas páginas en un ambiente desgarrado de odio acerbo y de amor efusivo y radiante. El odio lo puso el despotismo que avergüenza y oprime a mi Patria; el amor, un hijo humilde y grande del pueblo, inteligencia lúcida y bravo corazón de héroe que hizo a su país la noble ofrenda de su sangre. ¡Cuánta efusión fraternal prodigó Manuel Arévalo, el hermano mártir, al mecanografiar estas páginas que él comprendió y amó tanto, y que sarcasmo del destino no vería nunca publicadas!
¡Que la luz inmortal de esta alma generosa cobije estos pensamientos que también fueron los suyos y que agitaron su inteligencia y su inquietud espiritual en los postreros días de su vida!...
Trujillo 1937”
Arévalo representó en el APRA la activa presencia de los trabajadores organizados, así el Partido Aprista era coherente con el planteamiento de ser un frente de trabajadores manuales e intelectuales. El movimiento sindical a su vez se sintió representado por un Partido que le dio un espacio importante a uno de los suyos. Es importante recalcar esto porque el APRA es el frente de los trabajadores manuales e intelectuales, por lo tanto en el Partido tiene que tener una presencia activa el movimiento sindical.
Por otro lado, su asesinato es solo una muestra de la brutal represión que sufrieron los militantes apristas por sus ideales revolucionarios y democráticos. Arévalo enseñó que el compromiso de un aprista con el pueblo exige en algunos momentos el más alto sacrificio.
La dictadura de Benavides no fue la única que el APRA ha enfrentado. Un partido identificado con la democracia y con las causas populares ha tenido que defender los intereses del pueblo con el sacrificio de sus militantes. Manuel Arévalo no ha sido el único mártir del Partido Aprista otros siguieron su ejemplo. Los apristas al recordar el martirologio de Manuel Arévalo debemos tener presente que siempre debemos estar dispuestos a luchar por la  democracia y por los intereses de los sectores que el APRA representa.  
 
Luis Alva Castro

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