Xochimilco es una de las 16 delegaciones del Distrito Federal mexicano. Habitan cerca de medio millón personas y se caracteriza por tener un paisaje riquísimo. En su centro se haya la zona lacustre, el destino de turistas locales y extranjeros que encuentran una suerte de edén a través de los canales y las agrestes islas, en su mayoría deshabitadas.
Las chinampas, así se llama localmente a las islas, fueron nombradas por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad en 1987. Esto amplió el turismo. Las personas que arriban a la zona se maravillan con este registro histórico. Pero ese sentimiento de emoción pronto se convierte en terror al llegar a la Isla de las Muñecas. Un lugar con cientos de muñecas usadas, decapitadas y desmembradas, colgadas en ahuejotes y cañas para ‘espantar a los espantos’.
El dueño de esta macabra chinampa fue Julián Santa Ana por 50 años, hasta que falleció en 2001. Con el corazón roto porque su antigua novia lo abandonó por otro hombre, Santa Ana se mudó a esta zona a mediados del siglo pasado y se dedicó al cultivo de cereales, hortalizas y flores, que todos los días vendía con su carrito en el pueblo más cercano. Llevaba un estilo de vida ermitaño y nunca hablaba más de la cuenta. Llamaba la atención porque recogía muñecas de la basura y pronto se vio que decoraba la isla con ellas.
Nunca contó por qué lo hacía y el misterio perduró hasta que dejó de ir al pueblo y continuó con las tareas su sobrino Anastasio Santa Ana. Fue él quien reveló la historia real detrás del macabro hecho. Cuando Julián recién llegaba a la isla, una joven se ahogó en sus orillas. Desde entonces oyó voces, pasos y lamentos de mujer, por lo que decidió protegerse con muñecas.
Desde que falleció, su sobrino continúa con el legado, amén de que muchos guías turísticos están en contra porque creen que ahuyenta a los visitantes en busca de una reserva histórica y natural. Pero también es cierto que no son pocos los que visitan el DF y van hasta allí sólo para conocer la tenebrosa y macabra Isla de las Muñecas de Xochimilco.
Hay una muñeca en particular que llama la atención por sobre el resto. Era la favorita de Julián y a ella se le piden deseos y se le realizan ofrendas, porque la consideran milagrosa. Se la conoce como ‘La moneca’, aunque fue bautizada Agustinita, porque fue hallada un 28 de agosto, el Día de San Agustín.
Julián Santa Ana nunca dejó de escuchar las voces y siempre que iba a pecar con su sobrino le hablaba de una sirena que quería llevárselo. Una tarde, mientras pescaban frente a las aguas que se llevaron a aquella joven décadas atrás, Anastasio se retiró para ver cómo estaban los animales. Cuando regresó, su tío estaba en el agua. Había caído allí víctima de una insuficiencia cardíaca. En el mismo lugar donde él vaticinó que algún día la sirena lo iría a buscar.
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