Uno de los gobiernos más revolucionarios de la historia de la emancipación americana fue el que ejercieron el Libertador Bolívar y su “ministro general” José Faustino Sánchez Carrión en el norte del Perú, en Trujillo y Huamachuco, entre marzo y mayo de 1824. Lima, la ciudad capital, había sido recuperada por el ejército español y las fuerzas patriotas se encontraban divididas y desmoralizadas. Existía el peligro de una reconquista virreinal.
Bolívar y Sánchez Carrión no sólo rehicieron el Ejército Unido Libertador casi desde sus cimientos. Lograron un gran respaldo popular para la campaña guerrera sobre la base de medidas políticas revolucionarias que sentaron en forma audaz las bases de la futura república. Tal fue el caso del reconocimiento del derecho a la tierra de las comunidades campesinas, la libertad de los esclavos y el establecimiento de un poder judicial autónomo. Hubo también medidas drásticas contra la corrupción y el abuso de autoridad.
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