NO HAY APRISMO SIN
TRABAJADORES
No es posible
entender la historia del aprismo sin las luchas de los trabajadores. Arturo
Sabroso Montoya, el más representativo líder de los trabajadores peruanos junto
con Luis Negreiros Vega prueban lo afirmado. El primero con una vida acreditada
al servicio de los intereses proletarios y el segundo, asesinado en tiempos de
clandestinidad politica y sindical cuando se desempeñaba simultáneamente como
Secretario General del Partido y a la vez, Secretario General de la
Confederación de Trabajadores del Perú (CTP).
En ellos y su
historia, se basa esa “entrañable relación” con la que Haya de la Torre
había signado a su partido con respecto a los trabajadores, que eran, el
sustento real y definitivo no sólo de su origen, sino además, de una alianza
inquebrantable que duraría toda la vida.
Por eso, cuando
el aprismo debe enfrentar los retos de la modernidad y hace esfuerzos
verdaderos -desde sus bases-, por superar la pesadez de un burocratismo que es
herencia de décadas de ataque, infiltración y desmovilización promovida por
agentes del neo-liberalismo ideológico que llegó a “declarar” su muerte hace
más de tres décadas, hay la necesidad de reencontrar definiciones aurorales y
pertinentes que no sólo expliquen "su historia", sino que vayan en el
sentido correcto de la historia de la nación.
Veamos, el
aprismo es un movimiento fundamentalmente de trabajadores, fundado así, para
garantizar el cambio de las estructuras de explotación y sometimiento que la
economía impone, convirtiéndose en un alternativa viable para el desarrollo y
el progreso, sobre todo de los que menos tienen.
Por eso es que
para garantizar el cumplimiento de su tarea histórica, el Partido del Pueblo
debe volver a su esencia, procurar e insistir en una correcta y legítima
representación interna que evite el “desviacionismo ideológico” y atienda -más
allá de aspectos exclusivamente territoriales o electorales-, los intereses de
su “representación funcional”, que es -como sostuvo Haya de la Torre-, el
sustento de esa nueva visión de la participación de los trabajadores en la
construcción del desarrollo a la que se llama Democracia Funcional.
No existe
cónclave o evento partidario en donde los trabajadores a través de nuestra
historia no hayan tenido una representación objetiva, incluso, por decisión
unánime y con el aliento del propio Haya de la Torre, los trabajadores
agrupados en la Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) y en diversas
organizaciones gremiales democráticas, tenían un asiento en la Comisión
Política del PAP y en su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), donde su voz era
tomada en cuenta a efecto de que la visión nacional del aprismo “tuviera
siempre, una perspectiva menos técnica que es la que por lo general aconsejan
los trabajadores intelectuales, y un real ánimo popular, que es lo que impone
la voz y la experiencia de los trabajadores manuales”.
Cada Congreso
Nacional registra esta presencia y de esa forma es como se ratifica la posición
histórica del aprismo, garantizando además, desde una pertinente y reconocida
amplitud de criterio, que la naturaleza de sus acuerdos, guarden relación y
coherencia con un movimiento que se reclama popular, nacionalista y
antimperialista, pero nunca, de clase, ni excluyente.
Hay signos
inequívocos de esta entrañable relación que nadie puede, ni debe negar. La
letra de la "Marsellesa Aprista", himno del movimiento
hayadelatorreano es obra Arturo Sabroso Montoya, un trabajador de origen
anarquista que abrazaba el acordeón con la misma intensidad con la que lideraba
protestas. La “Marcha Aprista” y la “Marcha Fúnebre del APRA” que canta el
“Paso a paso a los caídos…” es obra de Lucas Cabello, entonces joven y
sensible artista dedicado para su manutención a una inacabable lista de oficios
manuales. Fueron Trabajadores los que recibieron a Haya de la Torre cuando
retornó del exilio en 1931 en Talara, y trabajadores llenaron luego la Plaza de
Acho, la Plaza San Martín y cuanto esenario público se planteara.
Ramiro Prialé
solía recordar que las figuras más representativas del aprismo (casi todas,
solía decir), fueron trabajadores. Trabajadores del campo fueron los que se
alzaron en los cañaverales de Trujillo siguiendo al inmortal Manuel “Búfalo”
Barreto; trabajadores fueron los que en Cajabamba produjeron “el parto de
Gloriabamba” en la revolución popular que siguió a los sucesos de Trujillo en
1932, como trabajadores fueron los que en Ancash, con Luis Negreiros Vega, se
enlistaron en la lucha para la revolución de Huaraz. Trabajador manual fue el
extraordinario Manuel Arévalo, entre otros
Trabajadores del
campo y la ciudad fueron los que le dieron fuerza y contenido a nuestro
movimiento desde las épocas aciagas de la cruel persecución y trabajadores
fueron los que pusieron el pecho, el cuerpo y la vida misma en defensa de Haya
de la Torre.
Fueron trabajadores
los que registran las primeras jornadas de lucha en defensa del medio ambiente
y la naturaleza (Fiesta de la Planta en Vitarte 1921) y trabajadores fueron los
que aportaron su espíritu anarcosindicalista, para legarnos “la piedra angular
de la transformación revolucionaria del continente” traducidos en valores de
moral y ética pública que llevaron de la mano con el propio ejemplo de sus
vidas.
Tal como lo
creía Haya de la Torre, los trabajadores aman la vida y le regalan a diario su
esfuerzo en la construcción del destino. No son, como algunos despistados
creen, renegados, seres sin alegría que soportan el lado más pesado de la tarea
común del futuro. Los trabajadores son inventivos y creadores porque la pobreza
desarrolla el ingenio. Sus mutuales, sus cooperativas, sus gremios, sindicatos
y las organizaciones populares prueban que es posible superar los problemas
económicos, imponiendo la solidaridad como instrumento de fraternidad y
realización.
Los
trabajadores le legaron a la humanidad el sentido de organización, respeto
mutuo y participación plena, recreando la democracia desde los criterios de la
mayoría y el respeto de las minorías, que es como han manejado sus
organizaciones, antes incluso que la sociedad en su conjunto lo hiciera.
Son los trabajadores
los que promovieron, organizaron y ejecutaron la revolución, pero también
fueron ellos los que la combatieron cuando ésta tergiversó su contenido -cuando
el comunismo se convirtió en su fase imperial-, en una nueva forma de
explotación del hombre desde el Estado.
Fueron y son
los trabajadores los que impulsan el cambio con libertad y perspectiva de
progreso. Comúnmente algunos reaccionarios los acusan de "ignorantes"
y su pobreza es considerada como una limitación; sin embargo, es su enorme
fuerza intuitiva la que los convierte en sujetos de perspectivas con un poder
increíble porque es verdad que nada tienen que perder, salvo claro, las cadenas
que los oprimen.
No es verdad
que los trabajadores acepten "el destino de la miseria", su rechazo a
la pobreza es permanente y los impele a luchar por mejores condiciones de vida,
y su solidaridad -expresada en firmes y sólidas cadenas de unidad-, los hizo y
hace, a través de la historia, invencibles.
Haya de la
Torre les fundó una Universidad Popular en 1921 para instruirlos en los
aspectos de la vida social y para canalizar por todo el continente, “todo su
esfuerzo innovador y creador”, por eso lo reconocieron como interlocutor de sus
luchas en la lucha por las Jornadas de la Ocho Horas de Trabajo, nombrándolo
luego, en reconocimiento a su alianza, en el primer Presidente Honorario de la
nueva Federación Textil y delegado mundial de la Federación Obrera Local.
Quien quiera
conocer la historia del aprismo, no podrá desligarla de la rica historia de las
luchas del movimiento obrero y del esfuerzo de los trabajadores por cambiar al
país, porque escrito está, que la historia del aprismo es la historia del
movimiento laboral desde los inicios del siglo XX, que en 1940 fundó ante la
tumba de Gonzales Prada y Mariátegui la gloriosa Confederación de trabajadores
del Perú (CTP) y que, en 1948, tras impulsar la fundación de una
organización regional del trabajo, designó el primer secretario general de la
ORIT.
Basta revisar
la copiosa legislación laboral producida por el parlamento al que el aprismo
llevó a los primeros trabajadores, la innumerable cantidad de regidores,
delegados populares, sindicatos, gremios, Frente de lucha y asociaciones de
trabajadores del campo y la ciudad que el aprismo auspició y defendió para
dejar constancia, entender y descubrir -según corresponda-, esta entrañable
vinculación y esta objetiva relación entre dos movimientos hermanos, el aprismo
y el movimiento de los trabajadores.
Por estas consideraciones, el Congreso Nacional del APRA no sólo deberá
darle a los trabajadores y sus organizaciones la representación que Haya de la
Torre hubiera querido, sino, la que le corresponde por su invalorable aporte en
la construcción del Aprismo Popular y su historia. De lo contrario habrá que
preguntarse: ¿Partido de qué clase, y que clase de partido es el APRA?
Autor
Autor
Germán Luna Segura es un reconocido investigador, escritor, activista y político.
Nació en Lima y conoció al fundador del aprismo Víctor Raúl Haya de la Torre desde muy joven, manteniendo una militancia ininterrumpida desde entonces en el pensamiento hayadelatorreano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.