sábado, 19 de septiembre de 2015

Señor Asilo Cap. III fin


Finalmente los fallos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya contribuyeron a aislar a la dictadura peruana y a debilitar su intransigencia. El fallo de la Corte Mundial del 20 de noviembre de 1950 señaló que no había pruebas suficientes para considerar a Haya de la Torre “delincuente político” o “delincuente común”, como aseguraba el régimen peruano. Sin embargo, también introducía una delicada ambigüedad: “No se puede calificar el delito cometido por Haya de la Torre ni se puede obligar al Perú a expedirle salvoconducto”.

Realizada la apelación, un nuevo fallo del 13 de junio de 1951 benefició en términos más concretos al asilado, señalando que “Colombia no está obligada a entregar a Víctor Raúl Haya de la Torre a las autoridades peruanas” y que el Tribunal tenía confianza en que “las partes […] estarán en capacidad de encontrar una solución práctica satisfactoria”. De este modo, la dictadura peruana estaba obligada a discutir una solución al conflicto sobre la base del reconocimiento de los derechos del asilado.

Luego siguieron casi tres años de difíciles negociaciones entre Perú y Colombia. Logrado finalmente el salvoconducto, Haya de la Torre partió de Lima expulsado del país y privado de un pasaporte peruano, rumbo a México, el 6 de abril de 1954. La comunidad democrática del continente saludó con algarabía su liberación.

Víctor Raúl era consciente de la amplia repercusión y de la importancia que había tenido su caso en los medios de prensa y en la radio, pero no había reparado en que el tema era conocido por los niños más humildes. En Managua, durante una escala técnica del avión que lo transportaba a México, un grupo de muchachos lustrabotas se acercó a saludarlo, entre ellos, con gran entusiasmo, un niño de apenas 10 años. El líder político peruano le preguntó sorprendido: “Pero, ¿sabes quién soy yo?” y el chico respondió, “¡Claro! ¡Usted es el Señor Asilo!”