domingo, 6 de diciembre de 2015

La revolución mexicana


La Revolución Mexicana, protagonizada por el pueblo: campesinos, obreros y clases medias, es el suceso indoamericano antecedente histórico del Aprismo constructor de la Patria Continental y de la Revolución de Democracia Social de Pan con Libertad.
 

Sufragio efectivo, no reelección.- 
“Los acontecimientos que se desarrollaron en México, a partir de 1910, cuando Francisco Madero levanta la bandera del ‘sufragio efectivo, no reelección’, oponiéndose al autoritarismo del dictador Porfirio Díaz (30 años en el poder y en pos de su sétima nominación), despertaron gran interés e inquietud en los jóvenes latinoamericanos” (Historia del APRA, Percy Murillo Garaycochea, pág. 18).

La tierra para el que la trabaja y la Constitución de Querétaro.-

“Las luchas libradas por Emiliano Zapata reclamando ‘la tierra para el que la trabaja’ y las hazañas del legendario bandolero Pancho Villa al desafiar el poderío de los Estados Unidos, contribuyeron a ello. Cuando en 1917 el General Venustiano Carranza promulga la Constitución de Querétaro se tiene un cuadro completo sobre el significado agrarista y antiimperialista de la gesta protagonizada por el pueblo mexicano” (Ob. cit. pág. 18).

Víctor Raúl y La Revolución Mexicana.-

“En sus libros ‘El Antiimperialismo y el Apra’ y ‘Treinta Años de Aprismo’ se encuentran contínuas referencias sobre la Revolución Mexicana. Considera que es una Revolución Agrarista y antimperialista que carece inicialmente de doctrina, pues ésta recién se plasma en la Constitución de Querétaro de 1917. ‘Esta revolución –dice- tiene sus limitaciones y errores, principalmente su aislamiento porque el caso de México nos demuestra el inmenso poder del imperialismo –y del feudalismo su aliado- no puede ser afrontado sin la unidad de los pueblos americanos. Esta revolución ha demostrado que es necesario arquitecturar un nuevo aparato del Estado en el que deben estar representadas las clases oprimidas” (Ob. cit. pág. 18). “Esa es la lección recogida por el fundador del APRA al elaborar su programa y su ideología cuando precisamente se encontraba en México, en calidad de exilado político” (Ob. cit. pág. 19).

Ingreso triunfal.-

Hace ciento uno años, el día 06 de diciembre de 1914: Emiliano Zapata y Pancho Villa, líderes de la Revolución, ingresan victoriosos a la capital mexicana.

La primera revolución del Siglo XX.-

La Revolución Mexicana, es la primera revolución del siglo XX, se desarrolló antes que la Revolución Bolchevique, y fue una Revolución Social no socialista, llevada a cabo por campesinos, obreros y clases medias, es decir, por las tres clases sociales oprimidas por el imperialismo y la oligarquía feudal, de ahí surge el Frente Único de Clases Explotadas de los Trabajadores Manuales e Intelectuales, esencia sociológica del Aprismo.
 
Beto Lajo

Humor político Monos y Monadas El Centenario


En 1905 apareció la revista considerada “el más importante proyecto de humor político de nuestra historia”. Fundada por Leonidas Yerovi, hizo posible la aparición de talentosos escritores y dibujantes. Enfrentó a los gobiernos de turno y tradujo con sarcasmo e ironía los sentimientos de los peruanos.

Desde el primer número, aparecido en 1905, "Monos y Monadas" ha hecho una lectura de nuestra historia política como pocos. Gobernantes y políticos recibieron lo suyo en portadas de antología.

CENTENARIO DE SU PRIMER NÚMERO  
 
Haciéndole cosquillas maliciosas al poder, ironizando a los poderosos, poniendo a los políticos en ese atlas del detalle que son las caricaturas, mirando más allá de lo evidente y riéndose de todo lo solemne. Así se ha comportado desde siempre Monos y Monadas , semanario festivo que este 2005 celebra el centenario de la publicación de su primer número con un estilo en el que se mezcla el discurso hilarante y el trazo inteligente.
Ninguna publicación como Monos y Monadas para confirmar el aserto de que el humor es cosa seria. Contra el espíritu irreverente de quienes lo forjaron en el siglo pasado y quienes lo hicieron hasta hace un par de años, la revista hoy es considerada “el proyecto de humor político más importante del periodismo peruano”. Casi nada. Es cierto que no solo de risa vive el hombre, pero buena falta que hace.
 
El comienzo
 
“Tu pintas los monos y yo escribo las monadas” le dijo un día de 1905 Leonidas Yerovi al ilustrador Julio Málaga Grenet y así ambos dieron nacimiento a la revista. Dicen los que saben, que en sus años iniciales la revista cultivó un estilo que destrozó el puritanismo burgués de su tiempo: la jerga, la ocurrencia esquinera, la calle, estaban en sus páginas. Su marca de fábrica fue la malicia popular y en ella la revista fundó su poder.
Esa Monos y Monadas de la primera época duró poco, apenas dos años (1905-1907), pero una revisión de su corta historia confirma –para admiración de los seguidores de este siglo– una suerte de “dream team” de las mejores plumas del siglo XIX y XX: allí estaban el maestro Ricardo Palma, el escritor Abraham Valdelomar –el talentoso Conde de Lemos–, el incendiario Manuel González Prada, el narrador Manuel Beingolea, el cronista Abelardo Gamarra, entre muchos más. Pero no solo hubo peruanos. El poeta de “ Azul ”, Rubén Darío, y el de “ La Amada Inmóvil ”, Amado Nervo, estuvieron en sus páginas.
 


Desde el primer número, con portada en trazos de Julio Málaga Grenet, el tono de la revista apeló a la ironía y la malicia. Los dardos de Leonidas Yerovi y compañía traducían la coyuntura con su toque de humor ácido, por tanto corrosivo. El ambiente político, social y cultural limeño estaba en sus páginas, lo mismo que el contraste de la bonanza económica con la pobreza de las clases populares. Provocaban la risa fácil y la reflexión seria.
Pero dos años después la aventura acabaría. En ese lapso, la revista publicó 108 ediciones a color y fue la revista satírica más fecunda de su tiempo. El final llegaría en 1907 y Leonidas Yerovi crearía después otros dos semanarios humorísticos: “¿Está Ud. bien?” y ¿“Lléveme Ud?”. Estos, para su tristeza, fueron de menor recordación.
 
Segundo tiempo 
  
Tendrían que pasar 71 años para que el desaparecido semanario festivo y de caricaturas pudiera ver las calles nuevamente. Y este segundo debut tuvo su impulsor en Nicolás Yerovi –nieto de Leonidas, el fundador– quien junto al poeta Antonio Cisneros, quería sacar una revista de actualidad. Pero eran tiempos de gobierno militar y publicar algo nuevo era difícil. Así que relanzaron Monos y Monadas para ahorrar tiempo en conseguir el permiso.
La gestión duró 608 días y la revista salió en abril de 1978. “Demoró tanto que 50 mil soles que teníamos guardados en el banco para el primer número, desaparecieron porque nos cobraban mantenimiento de cuenta. Al final, hasta debíamos plata”, cuenta Nicolás Yerovi matándose de la risa.
 
Esta etapa es acaso la más recordable para las últimas generaciones. Igual que la primera vez en sus páginas aparecieron escritores y dibujantes jóvenes, pero con algo qué decir y en sus portadas queda prueba de que no “arrugaron” con los poderosos de turno. El presidente y los ministros del gobierno militar aparecen en muchas portadas recordables y hay alguna que dice: “cómprela antes de que la requisen”.
Allí estuvieron Nicolás como director, Antonio Cisneros, Carlos Tovar “Carlín”, Rafo León, Fedor Larco, Luis Freyre, Lorenzo Osores, Juan Acevedo y otros escritores y dibujantes que empezaron a destacar con la revista. Rafo León lo resume así: “Fue una época fascinante en la que se podía hacer pendejada y media junto a un grupo de gente talentosa. Y sin cobrar un sueldo”.
Sus víctimas fueron los políticos de entonces: Francisco Morales Bermúdez, Fernando Belaunde, todos los líderes apristas, Luis Bedoya Reyes. Hay portadas antológicas en caricaturas de “Carlín” que causan carcajadas y admiración. Pero como todo tiene su final, esta etapa acabó en 1984.
Luego habría una etapa de 1985 a 1992, que se cerró con el golpe del 5 de abril. Pero, otra vez Monos y Monadas volvió en el 2000 reuniendo a colaboradores de distintas épocas hasta su cierre el 2003. Desde entonces la publicación está en stand by . “Todo lo publicado es la historia más amable escrita sobre el Perú”, dice Yerovi. Y se ríe.


Conversatorio y homenaje en el Congreso
 
En rigor, Monos y Monadas no ha aparecido ininterrumpidamente a lo largo de 100 años, pero este 2005 se celebra un siglo de la aparición del primer numero de la revista y el Legislativo le rendirá un homenaje el lunes 27, a las 7 de la noche, en la Sala Miguel Grau del Congreso.
Para ello se ha preparado una exposición de las mejores portadas de la revista a lo largo de su existencia así como un conversatorio que será inaugurado por el presidente del Congreso Ántero Flores-Aráoz y en el que participarán el general (r) Francisco Morales Bermúdez, Armando Villanueva del Campo y Luis Bedoya Reyes, además de Hugo Neira y Gonzalo Portocarrero.
También participará Nicolás Yerovi, nieto de Leonidas Yerovi, el fundador; director de la revista desde su relanzamiento en 1978 e impulsor de las diversas reapariciones que ha tenido la publicación en las últimas décadas.
No llego a entender cómo he podido dirigir 425 ediciones, teniendo en cuenta que ha sido una revista que ha vivido solamente del favor de sus lectores. Como comprenderás ningún anunciador estaba interesado en publicar en sus páginas”, cuenta.
Según Yerovi, “Monos y Monadas ha sido el fruto de una pasión y por ello, si bien ahora está en stand by, no descarto una nueva aparición”.
Mientras tanto, Yerovi se dedica a la literatura y a trabajos más personales como su nueva comedia “Yerovi en Concierto, Sintigo Perú” en la cual se lanza sin rubores a cantar música peruana encarnando a Claudio Guerrero y, a veces, de Paolo Pizarro.

Se cumple un siglo de la relatividad general

En noviembre de 1915, Albert Einstein anunció uno de los mayores hallazgos científicos de la historia, que cambiaría nuestra percepción del universo.

En el tercero de los artículos que publicaría durante 1905 –su annus mirabilis–, el joven Albert Einstein había enunciado los postulados de la teoría de la relatividad especial. El principal de ellos se refería a la constancia de la velocidad de la luz –que es la misma aunque el foco emisor se mueva a favor o en contra–, y además consideraba que esa velocidad era insuperable.
 
La afirmación implicaba nuevas ideas sobre la medida del espacio y el tiempo, es decir, lo que miden nuestras reglas y cronómetros, que resulta no ser igual si se emplean en un sistema que está en movimiento a gran velocidad. El 21 de noviembre de aquel año genial saldría publicado un cuarto artículo, en el que se establecía la equivalencia entre masa y energía, que quedaba expresada en la ecuación más emblemática y famosa de la ciencia: e = mc2.  
 
Todas esas afirmaciones, provenientes de un empleado de la Oficina de la Propiedad Intelectual de Berna –donde Einstein trabajó entre 1902 y 1909–, ponían patas arriba muchas ideas fundamentales de la física, como las que establecían la constancia de la materia y la existencia de un espacio y un tiempo absolutos. No obstante, Einstein no se dio por satisfecho.   En 1907, supo que el gran matemático ruso Hermann Minkowski había interpretado sus nociones relativistas –este propuso que el tiempo es una cuarta dimensión geométrica del espacio–, así que se puso a trabajar sin descanso en la formulación de una teoría general que diese explicación a otro de los conceptos fundamentales en Newton: la gravedad.
 
Los días 4, 11, y 18 de noviembre de 1915 mostró unos artículos en los que había ido encajando todas las piezas de sus ideas en una urdimbre matemática. Una semana después, el 25, presentó el último y dio a conocer en la Academia Prusiana de las Ciencias, en Berlín, su teoría general de la relatividad. Esta plantea que el cosmos es un todo absoluto, finito pero ilimitado –curvado sobre sí mismo–, dotado de las cuatro dimensiones de Minkowski y que contiene en sí la materia y la energía distribuidas de modo no homogéneo. Había comenzado una nueva revolución científica.  

Lecturas interesantes : "Que no me hablen de patria" César Hildebrandt

Se reúnen cada año a pensar en cómo ganar más, cómo pagar menos, cómo evitar los sindicatos y los ruidos políticos.
Son empresarios y alguien les ha hecho creer que representan al país, que el Perú está encarnado en ellos y que el futuro les pertenece.
No me molesten.
Sigan prosperando, sigan creyendo que el mundo gira a vuestro alrededor, pero no me vengan con la huachafería de que piensan en el país, que están obsesionados por un crecimiento equitativo y con derechos, que la paz social es una de sus preocupaciones.
No me vengan con esas.
 
Son ustedes necesarios, inevitables. Hasta allí llegamos. Pero no se embanderen y no alquilen a intelectuales de pacotilla para que los halaguen. Ustedes no son, esencialmente, peruanos. Ustedes son cosmopolitas, multinacionales, he-churas globales.
Siempre lo fueron. Cuando el francés y judío Dreyfus era el hombre, vuestros ascendientes lo mimaron, obedecieron y, cuando pudieron, usufructuaron. Cuando Cáceres intentaba prolongar la lucha para obtener un acuerdo de paz menos mutilatorio, vuestros ancestros estaban con Iglesias y dispuestos a todo con tal de transar.
Y cuando Toquepala era el centro minero y Odría despachaba en palacio, vuestros abuelos alentaban -desde los tiempos de Leguía- el dominio del capital estadounidense.
Si el Perú hubiese sido un protectorado norteamericano -como alguna vez se insinuó durante la guerra del salitre-, vuestras raíces, encantadas, habrían aceptado.
Para ustedes el Perú es un accidente, una casualidad, muchas veces una condena.
Llénense de plata. Fórrense. Sigan creyendo que este es el fin de la historia y que vuestros dogmas son indiscutibles. Sigan pensando que Sendero Luminoso y el MRTA fueron inventos de locos y no locuras extremas y asesinas que estallaron en una de las sociedades más desiguales de América Latina. Sigan pensando que tienen la razón y que quien no comulga con vuestras pobres ideas es un comunista, un resentido, un subversivo en potencia. Sigan en sus trece. Como siempre.
Pero, por favor, no me hablen del país que les preocupa. Eso es vomitivo.
Sigan, ensimismados, creyendo que el calentamiento global puede manejarse con paliativos que no resientan lo esencial del modelo capitalista. Sigan pensando que el crecimiento es infinito, que los recursos son infinitos, que la tecnología nos sacará de todos los apuros.

 
Sigan en lo suyo, que es la codicia. Sigan yendo a misa sin creer en el prójimo. Y sigan apareciendo en las fotos del cuché. Y sigan siendo felices con sus fiestas interminables, sus libros de moda, sus universidades anexas, sus presidentes de la república alquilados o sometidos. Pero, por favor, no me hablen del futuro de la patria. Cuando lo hacen, el lavabo me llama, el inodoro me espera.
Sigan creyendo que las grandes potencias tratan a nuestros países como pares y que la violencia mundial ocurrencia islámica y no la consecuencia de la depravada política de Occidente en Irak, Libia, Siria o Palestina. Sigan pensando que los trabajadores no tienen derechos, que el sueldo mínimo es demasiado alto, que el despido sigue siendo demasiado oneroso. Sigan creyendo que la cholería es heredera de negros y culíes -los que sirvieron a sus antecesores- y continúen pensando que los medios de comunicación que los protegen ahora serán eternos y hegemónicos. Sigan creyendo, en suma, que la palabra “basta” ha sido borrada del diccionario y que la paciencia será toda la vida la adormidera de los pobres. Sigan pensando lo que les de la gana pero, por favor, no me hablen de la “nación peruana y sus perspectivas”. Tengo que ir al baño.
 
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 278, 4DIC15 p. 12