sábado, 23 de enero de 2016

Una tortuga de 183 años


Jonathan, de la especie de tortugas gigantes de Aldabra, ha recuperado su salud gracias a una dieta rica en nutrientes.
Jonathan, de la especie de tortugas gigantes de Aldabra, ha recuperado su salud gracias a una dieta rica en nutrientes.


No es que Jonathan tenga un problema de sobrepeso. Lo que esta tortuga de la especie Aldabra, que vive en la isla británica de Santa Elena - en la costa occidental de África-, necesitaba era frenar su envejecimiento, y desde 2014 ha conseguido rejuvenecer de forma sorprendente. ¿Cómo?
El que se cree es el animal vivo más viejo que habita en la Tierra, una tortuga gigante de Aldabra (un atolón de la Islas Seychelles) que ha cumplido la nada desdeñable cifra de 183 años, ha estado sometido a una dieta saludable compuesta de las manzanas, zanahorias, pepinos, plátanos y guayabas con el objetivo de recuperar su salud.
Jonathan se ha hecho viejo, y la vejez le ha robado sus sentidos de la vista y el olfato. La dieta de la que se ha alimentado hasta hace relativamente poco constaba de ramitas, algo muy poco saludable para un animal de su edad. 
En 2014 el veterinario de Santa Elena, Joe Hollins, se dio cuenta de la situación de Jonathan y comenzó a alimentarle con un menú más nutritivo, mucho más acorde a sus años. ¿El resultado? Según palabras del propio Hollins, “la alimentación le ha rejuvenecido de forma sorprendente. Su boca, que se había vuelto quebradiza, vuelve a ser afilada y sana. Es probable que sufriera de microdeficiencias de vitaminas, minerales y oligoelementos”.
Al borde de la extinción

También conocida como la tortuga gigante de Seychelles, esta especie puede alcanzar los 250 kilogramos de peso y se puede encontrar en varias islas en el Océano Índico.
La mayoría de su población se extinguió en los siglos XVII y XVIII, cuando sufrieron los estragos de la caza, fuente de alimentación de los pueblos de las islas. Hoy en día, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, ha incluido a las tortugas de Aldraba como “vulnerables a la extinción”. 
Mientras que la mayoría de estas tortugas gigantes vive en el atolón de Aldabra, en las islas Seychelles cerca de Madagascar, Jonathan ha vivido en Santa Elena desde 1882. 
Según informaciones de la agencia de noticias de Seychelles, Jonathan fue un regalo para el gobernador británico de aquella época, sobreviviendo a todos los inquilinos de la casa, ya que ella sigue allí, viviendo en los terrenos de la plantación del gobernador. “Quizá muera mañana o quizá viva hasta los 250 años y nos verá partir a nosotros”, bromea Hollins. 
La tortuga simpática

Lejos de parecerse a sus primas las tortugas de Galápagos, las de Aldabra son una especie “mucho más interesante y alegre de lo que la gente piensa”, declara Justin Gerlach, coordinador científico para la Protección de la Naturaleza en fideicomiso de las Seychelles.
En libertad, suelen formar grupos o manadas que se reúnen en pastizales abiertos y, en cautiverio, “buscan compañía humana. A algunas incluso les gusta que se les acaricie”. 
Aunque hoy en día están ya no sufren de sus problemas pasados siendo víctimas de la caza, al vivir en Aldabra, un atolón con solamente dos metros sobre el nivel del mar, y con una predicción alarmante por parte de los expertos de que el nivel de mar subirá un metro para 2100, la perpetuación de la especie es preocupante. 

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